El pasado 27 de septiembre se cumplieron 50 años de la publicación de Piedra de sol de Octavio Paz. En una suerte numerológica, sin haberlo premeditado (¡lo juro por la peluca de Andy Warhol!), ese mismo día hice entrega de mi tesis de maestría para ser leída, comentada y corregida por los sinodales. Me enteré de la coincidencia al levantarme a las diez de la madrugada y revisar en línea El Universal, en donde aparecía una nota al respecto. (Nunca le había prestado cuidado a la fecha anotada en el colofón de la copia de la primera edición de sólo 300 ejemplares, hoy inhallable, que obtuve en la onerosa biblioteca de la Universidad de Arizona.)
En mi trabajo abordo –y he aquí el hado desatado— el mencionado poema de Paz. De una forma aburrida y poco interesante, expongo dos o tres perogrulladas y sandeces. De 1957 a 2007, tenemos toda una pléyade de bibliografía (artículos, tesis, libros), así que el panorama no pinta como para uno aspire a la originalidad. Piedra de sol es, entre otras cosas, un poema de 584 versos endecasílabos, número idéntico a los días del calendario azteca, calendario venusino, cuyo título es homónimo del monolito que hoy se encuentra en el Museo Nacional de Antropología e Historia.
Este martes de 11 de diciembre –en la víspera del día de la Lupita más querida por los mexicanos, a las 12 p.m. en las instalaciones de la universidad patito en donde presto (o casi regalo) mis servicios—, presento mi examen profesional, en la espera de un dictamen aprobatorio y ser nombrado, según esto, “Maestro” en Literatura Hispanoamericana.
Si se quieren aburrir y perder una hora de su vida, vayan todos.
En mi trabajo abordo –y he aquí el hado desatado— el mencionado poema de Paz. De una forma aburrida y poco interesante, expongo dos o tres perogrulladas y sandeces. De 1957 a 2007, tenemos toda una pléyade de bibliografía (artículos, tesis, libros), así que el panorama no pinta como para uno aspire a la originalidad. Piedra de sol es, entre otras cosas, un poema de 584 versos endecasílabos, número idéntico a los días del calendario azteca, calendario venusino, cuyo título es homónimo del monolito que hoy se encuentra en el Museo Nacional de Antropología e Historia.
Este martes de 11 de diciembre –en la víspera del día de la Lupita más querida por los mexicanos, a las 12 p.m. en las instalaciones de la universidad patito en donde presto (o casi regalo) mis servicios—, presento mi examen profesional, en la espera de un dictamen aprobatorio y ser nombrado, según esto, “Maestro” en Literatura Hispanoamericana.
Si se quieren aburrir y perder una hora de su vida, vayan todos.