Archives: agosto 2008

Tres objetos

Después de un largo período de exilio bloguero, sólo vuelvo para compartir tres objetos virtuales, cuyo contenido y motivación responden estrictamente –¿será necesario explicarlo?— a la arbitrariedad, madre de la historia.

I. Después de la orgía

Si fuera preciso caracterizar el estado actual de las cosas, diría que se trata del posterior a la orgía. La orgía es todo el memento explosivo de la modernidad, el de la liberación en todos los campos. Liberación política, liberación sexual. Aberración de las fuerzas productivas. Aberración de las fuerzas destructivas, aberración de la mujer, del niño, de las pulsiones inconscientes. Aberración del arte. Asunción de todos los modelos de representación, de todos los modelos de antirrepresentación. Ha habido una orgía total, de lo real, de lo racional, de lo sexual, de la crítica y de la anticrítica, del crecimiento y de la crisis de crecimiento. Hemos recorrido todos los caminos de la producción y de la superproducción virtual de objetos, de signos, de mensajes, de ideologías, de placeres. Hoy todo está liberado, las cartas están echadas y nos reencontramos colectivamente ante la pregunta crucial: ¿qué hacer después de la orgía?

El autor es Jean Baudrillard. Tomada de su libro La transparencia del mal (Ensayo sobre fenómenos extremos), la cita es, a juzgar por la prosa que le caracteriza, de las menos infumables. Por otra parte, ante la pregunta del pensador francés, alguien diría que queda otra orgía; Baudrillard dice que queda la simulación; Octavio Paz diría que la contemplación; Madonna afirmaba que la erotización; el Che Guevara, que otra revolución; Karl Popper, el falsacionismo; David Bowie, que el travestismo…

II. Where the hell is Matt? (2008)


Where the Hell is Matt? (2008) from Matthew Harding on Vimeo.

Todo análisis del video estaría muy por demás. Sería un mero vicio de la intelectualización. Y a Matt tal vez le importa poco. No estamos ante la hermandad de lo global, ni ante la mentira de la imagen. Las imágenes no mienten, ni ocultan; la superficie es su verdadera y única naturaleza. Así que seamos superficiales: sólo vean la superficie, pues no hay más. Pero igual y vale la pena.

III. Nota

Sigo esperanzadamente aguardando mi snickers.