Archives: septiembre 2007

Toccata y fuga


I. Toccata: sindicalismo para principiantes

Tengo un amigo que, después de terminar su carrera de economía, decidió que lo suyo era la música. “Me gustó cuando vimos el marxismo, pero ya cuando empezaron con el rollo de cómo se forman las empresas y todo eso… ya no me atrajo”, me confesó. Simpatizante de la izquierda, alterno y bohemio, se ha dedicado a tocar en calles, camiones, etcétera. Hace poco, su banda obtuvo un contrato por un año para tocar en un hotel del próspero y turístico Puerto Peñasco (Son.).
Indignado, me platicaba que, en plena tocada, un sujeto –inspirado en el temple de Napoleón Urrutia, supongo— se le acerca para pedirles la cuota que cada uno de los integrantes del grupo debía pagar si querían tocar en un lugar cerrado. Le molestó su tono autoritario y, sobre todo, su frustración se debió a que él no entendía cómo funcionaba un sindicato como el que representaba aquel tipo.
Me vi en la necesidad pedante de ser fiel a mi instinto profesoril. Le expliqué (como un luterano exponiendo la doctrina de la virginidad perpetua de María a un católico despistado) cuál es la función de un sindicato. Aunque traicionando mis perspectivas políticas y económicas, le dije por qué le “convenía” cubrir esa cuota. Apelé a la satanización de la patronal, el espíritu de solidaridad gremial, la potencial explotación y violación de sus derechos laborales, etcétera. Sólo me dijo: “Pero si el dueño nos paga muy bien y no hemos tenido ningún problema… ¿para qué tanto rollo?"

II. Fuga: 0 euros versus 17 650 dólares

Dos colegas míos fueron aceptados por una universidad española para estudiar un doctorado. La Universidad Autónoma de Madrid les envió una carta escrita en Word notificándoles la noticia. Viene entonces la ruta crítica de trámites migratorios y de becas. Pero no hay visa estudiantil hasta no haber beca. La susodicha universidad no ofrece nada. Conacyt había cerrado su convocatoria y la serie de documentos requeridos apabullan hasta la paciencia de Job. Al parecer, no será posible la inscripción este año.
Pero no contaban con la astucia imperialista. Un representante del comité de estudios hispánicos de Washington University anduvo buscando recomendados, es decir, buenos candidatos para estudiar el doctorado en Literatura Hispánica que ofrece tal universidad. Un ex-profesor de mis colegas tuvo a bien hablarle de ellos. Al saberlo, éstos escribieron pidiendo la información necesaria. En menos de un mes, llega desde St. Louis, Missouri, un sobre con una pléyade de trípticos sobre la ciudad, la universidad, un libro de 300 páginas sobre los programas doctorales del Departamento de Ciencias y Artes, el formato de aplicación, una carta personalizada explicando detalladamente todo el proceso e incluye también el sobre de correo que habrá de enviarse. Se les notifica, además, que, en caso de ser aceptados, recibirían un total de 17 650 dólares al año escolar.