Dinovisión

Mi amigo Dino trajeado escribió:

Memorias del Club Chufa --- Con motivo de mi post 100

Éste es un texto que debí escribir hace mucho tiempo; sin embargo, hasta el día de hoy me he sentido listo. Adelanto que no soy especialista en el tema y me baso en lo que he leído y conversado con los integrantes del Cotufa. El más reciente post de mi colega de bitácora, Carlos Mal Pacheco, acerca del Club Chufa me ha motivado para contactar por vía e-mail o Messenger a sus miembros que permanecen dispersos a estas alturas. Sus comienzos estuvieron marcados por una acentuada amistad originada por la fascinación de los textos del absurdo, en especial los escritos por Jarry. De ahí a la televisión de cable, Mtv, clichés del cine de acción y lugares comunes del anime japonés. Según contaba Lope, los miembros del Club más entusiastas eran Carlos Mal y Fugo Medina, aunque éste último ya se ha desligado por completo de ellos.
Se sabe que la organización transitó por momentos difíciles, desde la aparición del enemigo Club del Yelmo, pasando por las etapas individuales (Mal, creacionistas; Lope, socialista; Fugo, comunista y budista, bajo la negativa influencia de su ex novia oriental), hasta la etapa académica y recargada más hacia la poesía. Pero por irracional que parezca, los malos momentos han sido solventados y el Club siempre ha contado con proyectos. Uno de ellos importantísimo: La revista Club Chufa Zine, una clara burla de las revistas underground y prohibidas en regímenes totalitarios. Hablando con Lope, opinó que fue un error la participación activa de los miembros del Club en la mal reputada revista Letras sobre papel, de Omar Cadena, aunque afirma que fue parte importante para conocer el punto de vista de otros artistas en ciernes.
Mal refirió, por ejemplo, que antes de esos dos momentos ya tenían demasiados cuentos, cuya constante era llevar al lector por los rieles de una narración tradicional, pero que a final de cuentas conducían a la sinrazón del lenguaje, mecanismo efectivo a la hora de impresionar a una mente educada en los modelos de Hollywood y la televisión de baja calidad.
Fugo recuerda con cierta sorna las absurdas discusiones acerca del lenguaje, “como si eso decidiera algo o ya con eso contribuyeramos al mundo con lo mejor de nosotros”. Los cuentos, que fue el producto por antonomasia de este Club, ya que no es un movimiento o siquiera una tendencia, generalmente son descripciones amplias que tal parecieran desarrollan un conflicto, que a su vez llevará a un clímax y a un deselance magnánimo. El lector se siente obligado a predecir lo que sucederá. Nada más alejado de la ruin realidad. Si estos cuentos se vendieran bajo el rubro de relato en su sentido tradicional, estaríamos ante una estafa… aunque claro, pocos lectores podrán darse cuenta que han sido timados. Y según Pacheco, ése era el sentido de escribir cuentos: molestar al lector.
Los cuentos del Club son anticlimáticos o terminan en el momento del clímax, robándole al escucha la mejor parte. Qué pensar de una historia que relata cómo un kilo de tomates se hacen salsa; o del robot que destruye una ciudad sin explicaciones mediadas, in medias res; o de un tipo que va a comprar tornillos y uno de los tornillos cuenta cómo fue hecho, además de que se necesita acomodar el molesto papel que incluye para poderlo leer completamente… o de la historia que cuenta cómo el Mario Bros se vuelve existencialista y escéptico del lenguaje… o de la noveleta de asesinatos El Club Chufa, con un homicida retardado y decididamente estúpido, o del cuento donde Santa Anna, el dictador mexicano, se bate en la playa contra los personajes de los cereales Kellogs, donde por cierto se revela que son franceses… así son los cuentos del mejor Chufa que conozco.
Hoy en día sus historias son muy distintas… un escritor enamorado enredado con una historia de espionaje… o del detective cuyo último caso se relaciona con Chernobyl…, o la ambiciosa novela sobre Soren Kierkegaard… es claro que están buscando otros derroteros… claro, sus autores ya se han alejado, han buscado vías personales, han asumido compromisos con otra poética, lo cual, pienso, hacen los buenos escritores, aunque los resultados finales no gusten a todos.
Quedan para el año entrante, sin embargo, varias sorpresas que dará el Club, la culminación de viejos proyectos, del año 1998, para ser exactos. Fugo, Mal y Smooth terminan por estos días una novela de casi 800 páginas; Mal, por su parte, ofrecerá a imprenta El Club Chufa, Siglo de Oro; Lope terminará un álbum fotográfico con documentos e imágenes de la época, en su libro Cotufa, conspiración mal hecha (según confesó Fugo); y Fugo Rock and Roll al fin dará a conocer el primer libro de la trilogía Gametech, todo material que será lanzado, al parecer, por una editorial importante y de la cual omito el nombre para no adelantarme. Yo, como miembro honorario del Club, también publicaré algo. Será la antología de cuentos del Club Chufa que abarca la producción de entre los años de 1998 y 2001, con escritos de Mal, Lope y Fugo; libro que tentativamente se llamará Trinidad Chufa. Para los que piensen que el Club está muerto, les tengo Mal-as noticias: Mal volverá de las montañas volcánicas de Tucson; Lope bajará de las cimas del Sinaí y Fugo regresará de su encierro espiritual para intentar hacer algo diferente en la región, lo cual espero sea posible. Como crítico, dudo que lo logren. Como fan, espero que sus proyectos sean buenos y no me decepcionen. El año 2007 promete ser Chufa, y jura ser Club.