Todos los tenemos. Al extremo disimulados, en nombre de la razón vilipendiados, negados con la mano sobre la Biblia, son los gustos culpables, único vestigio vivo en un mundo de elecciones anémicas, filtradas por el "buen" gusto, el anti-mainstream noventero, la pose pseudoalterna y un largo etcétera de productos estéticamente correctos.
Son muchos, pero el que anoto a continuación es, sin duda, el más vil, el que me ha llevado a la noche obscura de mi alma. Lo digo con pena, pero sabedor de que, al confesarlo, seré una mejor persona y que en algún momento de este bochorno seré absuelto. Se pensará que soy un fresa salido del clóset, aunque lo juro por mi autógrafo de Ramón Ayala que no es así.
Lo digo con pena. Me gusta "Sálvame" de RBD. Ya sé, no se puede confiar en mí. Lo siento, no soy perfecto, pero es preferible la purga momentánea a la impiedad o la indolencia.
Son muchos, pero el que anoto a continuación es, sin duda, el más vil, el que me ha llevado a la noche obscura de mi alma. Lo digo con pena, pero sabedor de que, al confesarlo, seré una mejor persona y que en algún momento de este bochorno seré absuelto. Se pensará que soy un fresa salido del clóset, aunque lo juro por mi autógrafo de Ramón Ayala que no es así.
Lo digo con pena. Me gusta "Sálvame" de RBD. Ya sé, no se puede confiar en mí. Lo siento, no soy perfecto, pero es preferible la purga momentánea a la impiedad o la indolencia.
Todos los tenemos y, sin embargo, somos pocos quienes los reconocemos. Siempre habrá un regazo dónde amortiguar nuestras caídas. Éste es el mío. :)