Atendamos al salón de la fama del pensamiento político, filosófico (materialismo dialéctico) y sociológico (materialismo histórico), el cual es, de vez en cuando, exhumado en las excavaciones (Mario Benedetti dixit) de este o aquel profesor universitario, quien sabiamente les muestra un pañuelo rojo. El hallazgo se dilucida en una comunidad estudiantil ávida de emociones extremas: filosofías lechugeras, forzosamente sociologizantes, campañas cursis que nos invitan a la celebración de la muerte del Che Guevara, esa luz latinoamericana cuyo rating ha subido gracias a Gael García Bernal y otros artistas yuppies comprometidos con el pueblo y el buen arte... todo el showbussines del mainstream revolucionario.
Al parecer una universidad es más universidad cuando se promueven documentales panfletarios sobre un médico argentino metido a guerrillero, canonizado en el Caribe y martirizado en los Andes. Sí, es más universidad, más presa del pensamiento único revolucionario que, amparado en el eterno discurso del margen, sobrevive paradójicamente en una simbiosis con el presupuesto público. Soy muy respetuoso de los mitos y las religiones, pero fiel a mi honestidad ideológica secundo la opinión del Dr. Guillermo Sheridan de la UNAM en el sentido de que deberían cerrarla.
Repito: respeto mucho a los mitos fundacionales, hasta los míos.