A petición de una querida amiga, y bajo el riesgo de ser bajo y mezquino por la intención de querer "enternecer" chicas, posteo dos fotos de mi perdida niñez, esa época dorada de nuestras vidas en la cual todos -a excepción de mi amigo Carlos Pacheco- éramos llanamente bonitos. Después vendrían los años y, con ellos, la turbia huella del tiempo en nuestros degradados y feos rostros.