Crónica leve (primer día en Cincinnati)


En el aeropuerto cosmopolita de Phoenix, Arizona, a eso de las 2 de la mañana, me meto a rogar, a implorar a Dios que el avión no me deje, que no se estrelle, etc. Los viernes se reúnen los musulmanes, los sábados los judíos y los cristianos, por supuesto el domingo. Si no fuera porque me delato en el reflejo central de la puerta diría que, en realidad, dejé mis malestas afuera y me metí a orar por que ahora que llego a Cincinnati no se me acaben los pocos dólares que traigo y no me echen a patadas el negrote recepcionista de este hotel.
Salgo del hotel y decido tomarle a una foto a este semi-castillo, que no terminé por saber qué era. Y sí, soy muy mal fotógrafo. Se me acerca otro negrito medio rastafari, medio hip-hopero. Como mi entendimiento del inglés deja mucho que desear y a parte el inglés de los negros es otro boleto, no le entiendo bien si quiere dinero para comida o para mariguana. "No traigo", le digo, en mi precario inglés. Pero termino dándole 5 devaluados pesos mexicanos. "Wow, that's pretty!" termina contestándome.

Y voy por unos perros calientes. (Qué mamón!...)