Dicen que soy derechista

No conforme con el apabullamiento de la mierda politiquera y fraseología aquí y allá, sería bueno entrar al dominio pragmático de una palabreja: fascista. Carlos Pacheco, por ejemplo, goza mucho al proferirla violentamente contra su enemigo y, por otra parte, ignora su precisión semántica. Pero en su intuición de artista, que todo lo puede, sabe que es algo malo. No es el único. En mi caso, confieso que debido al uso y abuso de la tal me parece ya una vaguedad, una noción abstracta e inasible. Es por eso que he tomado una definición bastante clara que mi compañero bloguero José Sánchez Zolliker escribió y tuvo a bien prestármela:

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Mi definición de FASCISTA es lo que es: antiliberal, antidemocrático (no acepta pluralidad y es intolerante pues no acepta visiones distintas), y se opone a la razón exaltando sentimientos nacionalistas, con una pronunciación que antepone el Estado al individuo. Por ende, el FASCISTA desdeña las instituciones REPUBLICANAS y está contra el liberalismo y la libertad de expresión que contraponga sus ideas políticas, a lo que responde con violencia, insultos y descalificaciones (¿les suena parecido?). En el FASCISMO, el líder es casi divino y su liderazgo es emocional, generalmente, promotor de venganza social y revanchismo. El FASCISMO además, estetiza la política, adoptando símbolos y referentes para grandes concentraciones además de que goza de utilizar palabras como imperialistas, proyankis, gringos, etc. El FASCISMO es símbolo, fuerza bruta, soluciones mesiánicas en una sola persona, no pensamiento racional. El FASCISMO desprecia a todo aquel que no está de acuerdo con sus ideas, se apoya en mitos del pasado y es clasista. El FASCISMO es romántico, más religión que ideología, y por ello, los debates a este respecto son poco argumentativos y muy adjetivados… Cierto, el fascismo comenzó como un movimiento italiano de DERECHA (no alemán o hitleriano, que ustedes deben saber es denominado NAZISMO, aunque en términos generales, el nazismo era también un tipo de FASCISMO, y en este punto me expreso solamente en términos generales), pero en la modernidad, considero el FASCISMO HA MUTADO hacia la extrema izquierda (estudien por favor a Castro o a Chávez -que no a Lula, por ejemplo-) y luego niégueme que cumplan con TODAS y CADA UNA de estas características… porque decir que el antipoulista es fascista o que fascista es nada más de ultraderecha conservadora alemana e italiana, sería una visión poco analítica y por demás simplista hasta para alguien que no tiene estudios o a su alcance cualquier libro que hable de la temática en cuestión.
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Con este término sucede lo mismo que con el de "derecha". Ya nadie lo quiere. Pocos se dicen a sí mismos derechistas, aunque sus convicciones morales y políticas lo sean. Conmigo sucede que soy un derechista, dicen. De hecho, suena feo ("el lado opuesto al corazón", dice el cursilón de Mario Benedetti). No me gusta el término, pero ni modo. Aunque yo agregaría, disipado. Soy un derechista disipado. Pero no voy a explicar aquí en qué consiste. Invítenme, no un café, sino una Coca-Cola y platicaremos al respecto.
No es, por otra parte, lo mismo que el de "izquierda", término con el que se autodefine cierta clase política e intelectual regularmente vinculada al marxismo, la teoría crítica o la mera pendejada populista.