Give me a break! o Que se haga la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre

En su columna Jaque Mate, Sergio Sarmiento comenta:

"¡Cuánto han cambiado las cosas! Hoy quienes pelearon en contra del fraude electoral de 1988, como José Woldenberg, Gilberto Rincón Gallardo y Jorge Alcocer, afirman en entrevistas que no han visto pruebas de que haya habido fraude en los comicios de este 2006. En cambio, varios de quienes de una forma u otra participaron en el fraude de 1988, hoy se encuentran en el equipo de trabajo de Andrés Manuel López Obrador, que afirma que hubo un fraude maquinado en estos comicios del 2006".
"Así, los dos abogados que prepararon las impugnaciones ante el Tribunal Electoral de la alianza Por el Bien de Todos son Arturo Núñez, que en 1988 era representante del PRI ante la entonces llamada Comisión Federal Electoral que presidía el secretario de gobernación Manuel Bartlett, y Ricardo Monreal, quien fue por primera vez electo diputado federal en ese año por el PRI y que por lo tanto formó parte del Colegio Electoral que declaró presidente electo a Carlos Salinas de Gortari. Manuel Camacho Solís, quien fue responsable de las negociaciones políticas de Salinas de Gortari en ese 1988, es hoy uno de los operadores políticos de López Obrador."
Yo añadiría a Federico Arreola, ese anfibio que en algún momento acuñó líneas como:
"Es el México nuevo de Salinas de Gortari, el México que el primer mandatario empezó a levantar en 1988, después de las últimas, complicadísimas elecciones presidenciales que no sólo amenazaron con destruir al sistema político de la nación, sino incluso a la nación misma."
"Parece un sueño; la democracia es ya una realidad en México. La democracia, en efecto, el sistema en el que llegan al poder los partidos y los políticos que mejor trabajan. Es la obra de tantos mexicanos, pero sobre todo del presidente Carlos Salinas de Gortari."
(19/X/92, El Norte)
Su viraje oportunista es fácilmente rastreable. Úsese google y palabras clave. Al parecer, los antiguos maquinadores priístas se han transformado en los defensores de la democracia. Conforme a sus usos y costumbres, gestionan aquí y allá. Es claro: un viejo amor ni se olvida ni se deja. El señor López Obrador, taimado ex priísta, ha querido unas elecciones a la medida de sus asesores, o viceversa: sus asesores, salinistas, expertos en el fraude y convertidos hoy al evangelio perredista, el lado de los buenos, han sabido identificarlo. Supongo que eso nos habla de su autoridad moral que, tarde y mal, ahora sí están dispuestos a refrendar: pagar el precio, pelear por el voto ciudadano. Definitivamente, este último sexenio ha sido su camino a Damasco. Dijo mi mamá que siempre sí... Lo digo con pena al faltar a las buenas costumbres: "señores, las mamadas son más abajo."